martes, 18 de agosto de 2009

Efemérides, sociedad del bienestar y ciencia ficción

Hola a tod@s.

Asitimos al final de la primera década de este siglo. No se si por casualidad o como simples conclusiones, los años que finalizan una década suelen cubrirse de hechos notables e históricos que el tiempo nos permite analizar de forma más objetiva. Este año han proliferado las noticias acerca del 40 aniversario de la llegada al hombre a la luna. Viejas polémicas se han convertido de nuevo en temas de debate como la veracidad de aquel hecho y la influencia de los medios de comunicación en la opinión pública. De por sí, esta efeméride es una razón mas que suficiente para recuperar estas viejas discusiones. Sin embargo, en este caso mi intención es relacionar este aniversario con otro hecho. En principio ambos pueden parecer aislados pero al fin y al cabo, la intención de este blog no es otra que demostrar que entre noticias que pueden pertenecer a diferentes ámbitos, pueden encontrarse sutiles relaciones que nos encaminen hacia un análisis global de la información que recibimos.

20 años después de que supuestamente Neil Armstrong dejara su huella sobre la superficie de nuestro satélite, se producía un hecho, cuando menos, tan notable como este. El 9 de noviembre de 1989 la multitud tomaba las calles de Berlín y el muro que había separado ambas partes de la ciudad quedaba derribado para convertirse únicamente en un símbolo de una época en la memoria. Las consecuencias de aquello son ahora mas claras que las hipótesis que entonces se barajaban. De un mundo separado ideológicamente hemos pasado a un mundo donde las diferencias vienen dadas por cuestiones económicas y sociales. Esta separación no es ya un conflicto abierto como antes, sino más bien una serie de diferencias que como nexo común presentan la dependencia de un sistema económico global que aun no ha sido capaz de ajustarse a los nuevos tiempos.

En los inicios de la guerra fría, se adapta a las nuevas necesidades un concepto que hasta finales del siglo XX se convirtió en el baluarte del bloque occidental, en la mejor herramienta para su victoria definitiva. Este concepto no es otro que el de la sociedad del bienestar. Sus principios básicos son bastante sencillos. Una vez que el ser humano tiene sus necesidades cubiertas, el esfuerzo de la sociedad se centra en la mejora de las condiciones de vida de sus individuos, tanto a nivel social como tecnológico. El desarrollo industrial y tecnológico juega de este modo un doble papel. Por un lado es el mecanismo de la sociedad para proporcionar a sus ciudadanos nuevas comodidades que redunden en su bienestar y por otro, a través del consumo se convierte en el motor de la economía las sociedades occidentales. El mensaje para llegar a los ciudadanos es el de que para el hombre moderno no existen fronteras ni límites. La motivación para el desarrollo y el bien común no es otra que la de imponerse tecnológicamente al enemigo para defender los valores de la sociedad del bienestar.

De esta forma, tras la segunda guerra mundial se inicia en el planeta una escalada de desarrollo tecnológico sin precedentes en la historia. El objetivo no es otro que el de imponer las reglas del juego a través de la supremacía tecnológica y militar. La publicidad y los medios de comunicación se convierten en nuevas armas en un campo de batalla hasta entonces desconocido. Asi surgen en los años cincuenta las agencias espaciales soviética y estadounidense (NASA) y la carrera espacial. En la segunda mitad del siglo XX, el concepto de sociedad de bienestar, el desarrollo tencológico, la guerra fría y el recuerdo de la segunda guerra mundial y de Hiroshima y Nagasaki convierten a la ciencia ficción en el portavoz de los sueños y de los temores de un mundo que vivía enterrado entre el terror y la esperanza. Proliferan los autores de este genero como Ray Bradbury, Stanislav Lem, Isaac Asimov o Arthur C. Clarke. La mayoría sus narraciones abarcan desde la colonización de otros planetas y galaxias a las catastrofes nucleares. la exploración del espacio y los avances tecnólogicos en este campo suponen el caldo de cultivo perfecto para este tipo de genero y tienen calado en una sociedad que vive entre la esperanza tencológica y el miedo a un desastre nuclear inminente.

La decada de los 80 trae consigo el colapso de la economía soviética y la caida del bloque comunista. Casi de forma simultanea, el interés por la carrera espacial pierde su hegemonía y su valor como herramienta de propaganda y de desarrollo de armamento balístico. Con ella encuentra también su final la época dorada de la ciencia ficción. Si la imaginacíon de Julio Verne se pudo ver reflejada en la realidad del siguiente siglo, pasará mucho tiempo hasta que la narrativa de los autores de ciencia ficción del siglo XX encuentre similitudes con la historia. También el concepto de sociedad del bienestar va poco a poco en declive y en ello influyen principalmente dos factores. Uno es que parece complicado identificar a un enemigo que funcione como nexo de unión y justificación para un consumo innecesario. El segundo motivo es que cada vez resulta más difícil filtrar la información a la que tiene acceso los ciudadanos de las sociedades occidentales, donde cada vez es más patente que con la utilización desmedida de los recursos naturales, el planeta está abocado al desastre.

En los últimos 20 años. La ciencia ficción no ha abandonado su papel como reflejo de la sociedad en la que vivimos. En cambio si se ha producido una transformación en las temáticas que trata. Con frecuencia el ámbito en el que se desarrollan sus historias es el propio planeta tierra. Casi siempre aparece un peligro terrible para la humanidad ya sea en forma de desastre natural o consecuencia de la codicia y ambición desmedida de unos pocos. El mundo se ha vuelto escéptico con las tencnologías y si bien antes su papel dibujaba la linéa entre la esperanza y el horror, ahora casi siempre sólo aparece como una herramienta de destrucción. La ilusión desaparece y el miedo perdura.

Las imágenes de las huellas de los astronautas en la luna y las de la caída del muro de Berlín quedarán grabadas en la memoria de generaciones como sinónimos de esperanza y cambios de era. Sin embargo, siempre es posible otra lectura...

Como siempre, me he extendido mas de la cuenta. Espero que este árticulo si bien no pueda pareceros interesante, al menos no os resulte terriblemente tedioso. Quedo a la espera de vuestras opiniones y comentarios.

Un cordial saludo.

HUNTER

3 comentarios:

  1. Interesante.
    Y bien escrito. Pero permíteme ser la mosca cojonera de siempre. Tengo que decírtelo, para que tus textos luzcan aún más(seré duro, aviso)

    1.- Revisa profundamente el uso de la coma, güey

    2.- Espero que sea porque se te fue la mano a la X en vez de a la S: "eXcéptico"!!!!

    Tienes un lector. Exharé un vistazo cada día.

    Saludos

    FALE

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  2. gracias por el comentario. lo cierto es este lo escribí ayer muy tarde y debí revisarlo antes. ya se sabe cual es la clave para mejorar escribiendo: leer, leer, leer y escribir, escribir escribir..... estamos en ello ;)

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  3. interesante reflexión. También opino que está bien escrita. Ahora los comentarios:
    Primero, un pequeño error tipográfico: la esperanza tencológica (jeje, será tecnológica, pero suena bien).
    Segundo: supongo que vivo en otro mundo, aislada de lo que la mayoría de la gente piensa, ya sabéis, los científicos o pseudocientíficos siempre vemos la vida de otra manera. En mi opinión, no creo que la gente haya perdido la confianza en las nuevas tecnologías o se hayan vuelto escépticos, o al menos, no de todas. ?Qué hay de Internet y las demás tecnologías aplicadas al mundo de las telecomunicaciones? No estoy hablando de la TDT, jeje. No me negaréis que están jugando un papel importante, especialmente en los últimos años, e influyendo en la política internacional y local (USA, Irán...). ?Y el desarrollo de las energías renovables o los aparatos electrónicos de bajo consumo? Todavía nos queda mucho tiempo para que estemos en equilibrio con la naturaleza, y posiblemente no lo hagamos nunca, pero este cambio no creo que se vea como algo destructivo sino todo lo contrario.
    Bueno, pues al final yo también me he enrollado un poco. Así que lo dicho: leer, leer, escribir, escribir...

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